Europa necesita acciones “urgentes” para afrontar la pérdida de biodiversidad, los impactos del cambio climático y el hiperconsumo de recursos naturales si quiere cumplir con los objetivos climáticos fichados por 2030.

 

Y, además el actual sistema energético no nos permitirá alcanzar tampoco la neutralidad climática fijada para 2050, señala el informe medioambiental, considerado el “más amplio” realizado sobre Europa.

Éstas son las principales conclusiones de “Medio ambiente europeo: estado y perspectivas” (# SOER 2020), El informe quinquenal difundido este miércoles por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que habla de retos de una escala y una urgencia "sin precedentes".

“Las tendencias medioambientales generales en Europa no han mejorado desde el último informe de 2015. Este análisis resalta que mientras la mayoría de los objetivos de 2020 no serán alcanzados, sobre todo los de biodiversidad, todavía hay una oportunidad para los de largo plazo y los de 2030 y 2050”, señala la AEMA.

EL SOER 2020 reconoce progresos "significativos" en las últimas dos décadas en áreas como mitigación de cambio climático, reducción de emisiones de gases invernadero, polución atmosférica y gestión de residuos, pero advierte de daños y cambios “irreversibles” si no se aumentan y aceleran las acciones.

En el área de la biodiversidad, la que ofrece el progreso “más desalentador”, de los 13 objetivos marcados para 2020 sólo es probable que se logren dos, los de designación de áreas terrestres y marinas protegidas, y si se mantiene la tendencia, esto acentuará el deterioro de la naturaleza y la polución del aire, agua y suelo.

La AEMA resalta por ejemplo que entre 1990 y 2015 ha habido una caída del 32% en especies de aves en el continente y considera que el impacto de la pérdida de la biodiversidad es "tan catastrófico" como el cambio climático.

El actual sistema no permitirá alcanzar neutralidad climática en 2050 en Europa.

En otros apartados como el de recorte de emisiones de gases invernadero respecto a 1990, pese a los progresos, la proyección para 2030 con las medidas existentes sería del 30% y, con otros adicionales, del 36%, por debajo del objetivo del 40% y lejos del 50 o 55% que propone la Comisión Europea.

El actual sistema energético no nos permitirá alcanzar tampoco la neutralidad climática fijada para 2050, señala el informe medioambiental, considerado el “más amplio” realizado sobre Europa.

Las emisiones de CO2 en el sistema de movilidad son casi un 30% mayores que en 1990 y las de nuevos coches de pasajeros siguen creciendo; el diesel representaba en 2017 en 2017 el 72% del combustible vendido para transporte de carretera, sector en el que las renovables suponen el 7,4%, frente al objetivo del 10% en 2020.

La mejora en la calidad del aire no ha impedido que unos 400.000 europeos mueren cada año de forma prematura por exposición a partículas finas en la atmósfera y casi uno de cada cinco sufren altos niveles de ruido todos los días.

Revertir la situación: ¿dónde actuar?

Alcanzar una Europa hipocarbónica y sostenible aún es posible. El informe destaca siete ámbitos clave en los que tendrán que tomar medidas audaces para que Europa pueda reconducir la situación y alcanzar los objetivos y ambiciones fichados por 2030 y 2050.

  1. Aprovechar todo el potencial de las políticas medioambientales vigentes. Su plena aplicación permitiría a Europa avanzar un largo trecho en la consecución de sus objetivos medioambientales para 2030.
  2. Convertir la sostenibilidad en el marco de toda política. El desarrollo de marcos políticos a largo plazo con objetivos vinculantes, comenzando por sistema de alimentación, los productos químicos y el aprovechamiento de tierra, impulsará y guiará acciones coherentes en distintos ámbitos políticos y en la sociedad.
  3. Liderar la acción internacional hacia la sostenibilidad. La UE deben utilizar su influencia diplomática y económica para promover la adopción de acuerdos internacionales ambiciosos en ámbitos como la biodiversidad y el uso de los recursos.
  4. Fomentar la innovación en toda la sociedad. El cambio de rumbo actual dependerá estrechamente de que surjan y se generalicen diversas formas de innovación que pueden dar lugar a nuevas formas de pensar y de vivir.
  5. Ampliar las inversiones y reorientar el sector financiero para apoyar a empresas y proyectos sostenibles. Esto requiere invertir en el futuro aprovechando al máximo los fondos públicos para apoyar la innovación y las soluciones basadas en la naturaleza, buscando la sostenibilidad y apoyar la innovación y las soluciones basadas en la naturaleza, buscando la sostenibilidad y apoyando las regiones y los sectores afectados. Esto también implica hacer que el sector financiero participe en la inversión sostenible mediante la aplicación y mejora del plan de acción financiera sostenible de la UE.
  6. Gestionar los riesgos y garantizar una transición socialmente justa. El éxito de la transición hacia la sostenibilidad exigirá que las sociedades reconozcan los posibles riesgos, oportunidades y compromisos, y diseñen vías para gestionarlos. Las políticas nacionales y de la UE desempeñan un papel esencial en la consecución de “transiciones justas” asegurando que nadie quede atrás.
  7. Crear más conocimientos y competencias técnicas. Para ello, es necesario centrarse en comprender los sistemas que generan presiones medioambientales, las vías hacia la sostenibilidad, las iniciativas prometedoras y los obstáculos que impiden el cambio. Es imprescindible desarrollar más capacidades que permitan manejarnos en un mundo en rápido cambio invirtiendo en educación y competencias.

“Europa debe hacer mejor las cosas, encarar retos de otra forma y repensar inversiones. Conseguir los logros exigirá mejor implementación y coordinación de políticas y acciones adicionales para un cambio fundamental en los sistemas de producción y consumo”, ha dicho el director ejecutivo de la AEMA, Hans Bruyninckx.

Bruyninck considera que el medio ambiente europeo está en un "punto de inflexión" y que "los retos urgentes requieren soluciones sistémicas urgentes", que afectan tanto a la actividad económica como al estilo de vida.

 

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